Sería de todo punto injusto, cosa que dado mi utópico sentido de la equidad, me atribula, aislar de esta ecuación «de verdad», a su colega, el «perito aéreo» Dn. Terencio Spaini, indiscutible experto en la materia, diríase mejor ¡un catedrático!, quién en 1977 (39 años nos contemplan), en la revista-libro de titulo «Carlitos Gardel, Como Nunca Se Vio», publicada por GENTE y la Actualidad y comercializada por ediciones Atlántida, S. A. (Argentina), concedía una extensa entrevista al periodista Rodolfo E. Braceli, en el curso de la cual eran explicadas en más de un 80%, las razones contempladas aquí del accidente de Medellín, incluidas (01) las «galletitas», (02) el sobrevuelo del capitán Thom el día 20 a modo de reto con el Manizales sobre el F31 de Samper Mendoza, que éste tomó demasiado a pecho, (03) el no atado telón, (04) el viento de cola (al que allí se le concedía escasa importancia (al intentar alzar el vuelo de sur a norte), así como las fotos que indicaban con claridad la dirección de los anemómetros o mangas de viento, instalados en el aeródromo), (05) el asunto de la carencia de copiloto y la poca edad del que administrativamente ocupaba tal plaza en dicho vuelo, (06) la salida de pista del F31 buscando el sobrevuelo del Manizales, (07) lugar del cadáver de Gardel bajo el motor, (08) chaleco de plumas de éste, que salvó de la incineración algunos documentos personales, (09) la aparición de una bala en el cadáver de Gardel (muy cerca del corazón), (10) la escucha de un disparo, previo al choque de los dos aviones, (11) la posesión de la pistola de fogueo en la mano derecha del copiloto alemán del Manizales, (12) la bala encontrada en la cabeza del cadáver de Samper Mendoza, con entrada por el maxilar, (13) la conclusión oficial final, en la que se declaró la culpa de todo a una incontrolable ráfaga de viento, (14) el velatorio de los restos de Gardel en el domicilio de un párroco (15) la premeditada desaparición del comisario de vuelo de la SACO y testigo presencial de los hechos Grant Flynn, (16) el entierro provisional en el cementerio de San Pedro, (17) el multitudinario entierro de Samper Mendoza cual si de un héroe nacional se tratase, (18) y la conclusión oficial final, en la que se declaró la culpa de todo a una incontrolable ráfaga de viento, así como (19) la posterior fusión de las compañías SACO (Servicio Aéreo Colombiano) y SCADTA (Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos), con el posterior advenimiento de la Avianca (Aerovías Nacionales de Colombia S. A.), tras un acuerdo político de ¡quién sabe que contenido y alcance!, y que ¡eso sí!, llevaba implícita, la ruina por falta de reconocimiento de culpabilidad, de unas pocas familias argentinas, por la pérdida de sus esposos, padres y futuros abuelos, un desgarro familiar-afectivo-generacional que con cuatro chirolas se habría podido al menos atemperar.
Otras diferencias de aquella entrevista no contempladas en la de Umaña consistieron en (20) la colecta popular de acciones de 5 centavos (unidad monetaria del país en 1935) para ayudar a la familia del «piloto» del F31 a salir del desastre económico (fíjense que diferencia con el trato dispensado por Argentina a sus súbditos damnificados, a los cuales (como manifestaron repetidamente por Internet, Mesalina Riverol y Carmen Barbieri, hija y nieta respectivamente de dos de los guitarrista fallecidos en el accidente), no se les ayudó ni con un vaso de agua, (21) como también un indigerible panegírico sobre Ernesto Samper Mendoza (tratado en su sepelio como un héroe nacional), y el hermanamiento de los dos pueblos latinos, (22) dándose además un pormenorizado detalle minuto a minuto, segundo a segundo, del trazado del suceso; omitiéndose en aquella en favor de la de Unaña, exclusivamente: (23) la carencia de licencia de vuelo para transportar pasajeros de Samper Mendoza, (24) el asunto de los rollos de la película mejicana de 1934 «Payasadas de la Vida» (Miguel Zacarías Nogaim), incluidos en la carga del F-31 a última hora, apilados en el espacio del aseo y del que éste, dada la sobrecarga existente, considera factor fundamental del accidente, (25) aspectos técnicos de los componentes del F31 como la manivela para accionar los «flaps» de las alas de este, que un copiloto experimentado podría haber movido para ayudar a elevar el vuelo y no lo estaba en las del F-31 que portaba a Gardel y compañía; (26) la foto de los anemómetros, o mangas de viento, demostrativa de la dirección del mismo ese día en el aeródromo, así como de la inconveniencia de tomar el vuelo de sur a norte como lo tomó el temerario Samper; y (27) la fundamental cita a Dn. Alfonso Uribe Misas, abogado de la SCADTA, y piedra angular del trabajo de éste.
En resumen: de las 23 circunstancias que maneja en su libro Umaña, 18 o 19 ya las especificó en su entrevista Spaini, 39 años antes; lo que resulta ser el 78,26% o el 82,60% entre ambas opciones.
Por cierto, cosas muy propias y repetidas, en y del «mundo» Gardeliano, donde no cesan de tomarse las ideas los unos a los otros, omitiéndose en la mayoría de los casos, citar las fuentes originales de donde proceden estas; que finalmente, ¡decepcionándote!, acaban por dañarte anímicamente.
Es lo que algunos colegas (no con poca gracia y mayor tino) dieron en denominar ((no voy a ser ahora yo el que cometa dicho pecado), concretamente Dña. Clara Koser (Gardel)), como: «celos Gardelianos».
Me cuesta creer que tal
profusión de datos tan concretos como precisos, fuesen del total desconocimiento del amigo Umaña, y más cuando compartían profesión; quién en su
libro de 2016 «La Verdad», no cita ni
una sola vez a Dn. Terencio Spaini y esto ciertamente, no deja (cuando menos)
de sorprenderme, dado el grado de especialización en el tema demostrado por el transcriptor, no sólo en su libro, sino en mil una conferencias realizadas tanto en YouTube como personalmente por diversos paises. Es prácticamente imposible creer que lo
desconociese.
NOTA: Aclaración de los diferentes colores en que son marcados cada detalle. En verde los puntos coincidentes de cada autor (18). En rojo los que el segundo (Spaini) no cita (del 20 al 22) (3). Y en azul los que omite el primero (Umaña del 23 a 27) (5).
Importantes disensiones entre un autor y el otro: (01) para Spaini la carga del F31 estaba dentro de los límites aconsejables y para Umaña estaban los kgs. excedidos (es lógico al provenir su información del abogado defensor de la SCADTA que tendería a presentar los hechos lo más favorable posible a los intereses de su defendida). (02) Y para Spaini arrancar el vuelo con el viento de cola no tenía importancia, es más, llega a asegurar que el Manizales iba a hacer lo propio y para Umaña era un factor primordial, dentro de los cánones básicos de la aeronáutica (inexistentes en la época para Spaini), que Samper Mendoza obvió, para lucirse ante el público que expectante esperaba en las instalaciones del aeródromo, así como para poder sobrevolar al Manizales, que aguardaba en las cercanías, como devolución del sobrevuelo que le hiciera el día 20 el capitán alemán a él, asegurando que el avión pilotado por Thom iba a despegar de norte a sur, es decir, tal como indican las más elementales normas de la aviación, para tomar el viento en contra y elevarse con mayor facilidad (esto lo diga quien lo diga, parece lo más nomotético). (03) Incomprensiblemente Spaini no cesa de citar el día 25 como fecha del terrible suceso, cuando todos los autores del mundo sin dudarlo, dan la del lunes 24, doloroso y triste día de San Juan.
Así que ¡sí!, dónde dije digo, digo Diego: es decir, no pienso ahora que sean tan novedosas, ni excepcionales las investigaciones de Umaña, concretándose estas en haber obtenido (¡eso sí!, «con mucha ilusión, perseverancia y éxito»), el permiso de los justificadamente aterrados herederos de Uribe Misas, para editar finalmente un trabajo que tenían aquéllos empolvándose durante décadas en algún cajón. No es poco mérito este, de vencer al miedo y mucho menos, cuando el mismo es proverbial y fundamentadísimo; pero al César, lo que es del César…
No es bueno enterrar en el olvido a nuestros antecesores que también trabajaron con denuedo, ilusión, admiración y afecto hacia nuestro ídolo común.
Me siento extremadamente feliz cuando consigo extraer de la ingratitud del olvido a algún Gardeliano allí inserto. Siento su resurrección como algo mágico y personal. Me remite al recuerdo de mi difunta madre y cuán orgullosa se sentiría si pudiese verlo.
Con mi conciencia, nadie va a quedar apeado de este «tramway», y menos de modo tan abrupto y radical. Aquí no sobramos nadie y por Gardelianos, todos serán bienvenidos, ¡siempre!, desde los tres secuestradores argentinos de su arte, hasta el aprovechado, embustero, abusivo y traicionero Te Falla, ¡todos!. Otra cosa es que se les promocione, o aplaudan sus reprochables procederes.
En cuanto a las compañías de aviación, sólo se me ocurre pensar en lo endebles que debían ser sus economías, cuando su supervivencia, dependía de la indemnización, o ¡no!, a 17 familias en total (7 y 10 respectivamente), es decir, en el peor de los casos, el mayor número de indemnizaciones que una parte hubiese tenido que atender a la otra hubiese sido el de 10 familias, pudiendo ir a cargo estatal la indemnización de las otras 7. Estando involucrados los seguros de ambas compañías y en última instancia, los gobiernos de las dos naciones, parece de una miseria de alma incomprensible e inexplicable. ¡Cuánta podredumbre moral!.
¡Mejor culpar a una ráfaga de viento que
pasaba por allí!. ¡Que locura!.
Lo lamento, amigo Mauricio, pero las cosas son como son...