¡Dn. Carlos!
Nadie acrisoló un cúmulo de mala fulera mayor que el de vos.
A pocos se le cruzaron tantas y tamañas traiciones al unísono más
que a vos.
Sólo de ese modo, lograron arrebatarnos el sólido y fraternal solaz
de su presencia.
Foto que nos muestra bajo a la izquierda y
en primer término, al niño de 14 años William Foster (aprendiz de mecánica), al
que el "intrépido y heroico piloto pirata" colombiano, utilizó de
copiloto en el fatídico viaje (a los infiernos). Inimaginables el resto de despropósitos que
cometió en ese acto, ese inadjetivable vil asesino, cada cual, superior en
gravedad a su inmediato precedente.
Sus canalladas sin nombre que concretaron
con la firma de un acuerdo comercial colombo-argentino largamente ansiado por
los segundos, para obviar el "accidente" de Medellín, posteriormente consumado
con el abandonó a su suerte de todos los huérfanos, viudas, madres, hermanas, etc... de las víctimas de la infamia del Olaya
Herrera, echándole la culpa al indemostrable e indemostrado aire, no les dejará
descansar jamás en sus indignas y putrefactas cárcavas.
Ni
conjurados todos los vientos de la rosa del mundo al alimón, influenciados por
los peores malignos designios del mago Frestón, serían capaces de conseguir
tamaña casualidad cual la de que en un espacio aproximado a los 900.000 m/2,
donde en un momento determinado sólo habían dos aviones (uno maniobrando y el
otro parado), por efecto de esa mezcla gaseosa
compuesta de oxígeno, nitrógeno, y algunas porciones variables de argón, vapor
de agua y anhídrido carbónico; invisible por transparente, insípida e inodora (cuando no porta otros aromas ajenos), el uno fuese a hacer diana casi frontal con el otro, si no existiese
por parte de uno, una búsqueda expresa de tal acción (por supuesto en lo
referente a ubicación). Eso, basado en
el índice de probabilidades de Laplace, más que increíble, es imposible, y por
supuesto que; superando con creces la más imaginativa de las ficciones, ¡nunca jamás repetido
desde entonces en el lugar!.
Ilustración extraída de la edición de lujo en tapa
dura, del libro "La Verdad sobre la muerte de Carlos Gardel" (Diké
2019) que explica en su plano cómo ninguna, la imposibilidad de lo que
finalmente falló la justicia en relación al viento, apreciándose
clarísimamente, la perfecta trayectoria del F-31, en busca de sobrevolar al
avión de la SCADTA; ante la inmensa concurrencia congregada en las instalaciones
del aeródromo. Y nunca literalmente mejor aplicado el término
"falló". Por cierto, cuanto más se mira el croquis,
más firme y clara se ve la acción de un ignaro, irresponsable y obseso, plenamente
entregado a satisfacer su insaciable y egocéntrica vanidad criminal, empecinado
en conseguir a toda costa su objetivo "in mente", sin titubear ni un
solo instante en incumplir para ello, las más básicas pautas del reglamento
aeronaútico, dejar de acelerar, desviar su
rumbo o parar motores. ¡Vamos!, una gloria
de la aviación colombiana, como se ha manifestado hasta la saciedad. ¡Un ejemplar y patriótico héroe! en toda
regla, allá donde los haya. No hubo
caridad ni compensación económica alguna para los familiares de las 16 víctimas
restantes. ¡Sí!, descargo para Samper. Foto cortesía de Dn. Umaña Mauricio Núñez.
Ampliación a color del detalle del plano anterior, en el que
se ve claramente el maizal que evitaba la visión del Manizales hacia la parte
sur de la pista, el cual tuvo que situarse algo así como un metro por delante de
la linea del mismo, para poder visualizar el despeje de esta por parte del
F-31, que en lugar de ello, se le vino aterradora y fatalmente encima, frustrando el maquiavélico proyecto del enloquecido Samper.
...y como íbamos diciendo... ¡así!, así se escribe la historia. Por supuesto que debían estar refiriéndose a la ostentación de una categoría de piloto que jamás obtuvo en tribunal competente alguno, es decir, su triunfo mayor al respecto, fue el de obtener en los USA un carnet de estudiante de vuelo, acreditando únicamente unas 100 horas de éste, cuando precisaba mínimamente 1.000 para llegar a ser piloto. Toda una farsa el tal Samper.
El resto,
fue la obra encubridoramente perversa y autoprotectora de unos seres humanos, indignos
de tal denominación, por su total insensibilidad al padecimiento ajeno, y ante
cuyas parciales maquinaciones, tendentes únicamente a salvaguardar sus
intereses económicos, a uno se le hace difícil soslayar la inmensa vergüenza de
formar indeseada e inevitablemente, parte integrante de tal género.
Ha sido inmensamente gratificante el que, aún pasados ochenta y cuatro (84)
largos años de los infaustos hechos, final y radiantemente, "LA VERDAD"
(irrefutable por el aval de la luminiscencia de su exposición, la rotundidad de
lo probado, la congruencia de lo argumentado, y ¡sobre todo!, por lo
perseguida, silenciada y oprimida por parte de las mal llamadas autoridades
(ya que ese concepto, requiere de otras actuaciones más dignas y honestas por parte de quienes lo ostentan)), tozuda e
impenitente; superados ¡ya!, todos los
fundados temores a las temibles represalias que indudablemente hubiesen recaído
sobre los denunciantes, por parte de los poderes establecidos de la época, y por ley natural, físicamente desaparecidos éstos, haya resplandecido jubilosamente,
reconfortándonos de tan abrumadora y monstruosa iniquidad.
Tan solo en un aspecto (por la parte argentina) mantuvieron
esos engendros su congruencia e iniquidad, ahorrándoles su despreciable
presencia oficial a los sensibles asistentes a los funerales dispensados en el
Luna Park y sepelio del día posterior en La Chacarita. Al menos hubo cierta limitación al proverbial
fariseismo.
Portada y contraportada de la 1ª edición (de
tapa blanda, impresa en los USA, de 22-5-2019, no acreditada en el mismo) del libro
inspirador de esta espontánea y doliente manifestación.
He aquí mi
sentimiento ante la lectura del libro recién publicado por estas fechas
(27-7-2019), basado en la documentación acumulada por el letrado Dn. Alfonso
Uribe Misas (e.p.d.) (abogado de la SCADTA) sobre los resultados de las
distintas peritaciones efectuadas sobre unas inspecciones oculares, llevadas a
cabo a su requerimiento, para intentar esclarecer los hechos relativos al fatal
accidente del 24 de Junio de 1935 en el aeródromo "Las Playas" u
"Olaya Herrera", de la ciudad de Medellín, que debió ser editado en
1938, no siéndolo por las razones de peso, en él explicadas y que ¡por fin!,
gracias a la admirable custodia e impecable transmisión de sus descendientes,
con los cuales adquirimos todos los miembros del universo Gardeliano, una deuda
de sincero agradecimiento imperecedera, que orgullosos y satisfechos, nos place
expresar; y a la perseverancia del
ingeniero e historiador aeronáutico Dn. Mauricio Umaña Núñez, por su
inquebrantable insistencia en la persecución de ésta exitosa cruzada; que desgranándolo, podemos ¡devorar!.
Instantánea de Dn.
Alfonso Uribe Misas, abogado de la SCADTA y auténtico padre de ésta histórica y
trascendente obra, gracias a la cual, a las casi ocho décadas y media del infausto
suceso, hemos podido conocer los motivos reales que lo produjeron, el vencer
sus parientes los justificados temores a reeditarla, tras haber sido
gubernamentalmente prohibida su publicación en 1938. Foto por cortesía de Dn. Mauricio Umaña
Núñez, convincente vigorizador del proyecto.
Un postrer recuerdo, junto con el lamento por
su forzosa ausencia, para todos aquellos cientos de miles de Gardelianos de venerable
corazón, que nos dejaron bajo la ignorancia de lo que hoy nos alumbra, a los
que jamás me perdonaría olvidar. Es de desear que allá donde
estén, ellos hayan sabido de la misma, mucho antes que nosotros.
Dn. Mauricio Umaña Núñez, recopilador de la
documentación e instigador a vencer las lógicas y justificadas reticencias iniciales
de los deudos de Dn. Alfonso Uribe a la publicación de la obra, en una de las
múltiples entrevistas concedidas en los últimos cuatro años.
Y para finalizar, considerando
bajo mi modesto punto de vista, es ésta una de las obras más trascendentales y
fundamentales de las muchas editadas hasta la fecha, sobre la causa, al tiempo
que tremendamente didáctica en el manejo del difícil don del equilibrio y la
equidad, voy a permitirme (sin que
sirva de precedente) una drástica excepción;
efectuándoles (no siendo proclive a conferirlos), un profundo y sincero
consejo... si son mínimamente
Gardelianos; ¡no se la pierdan!.
¡Salute!.